La estética

He dejado mi cuerpo en condiciones:
Empecé por afuera,
con un guante de esponja apenas húmedo,
exfolié mi piel centímetro a centímetro
pliegue a pliegue hasta encontrar
abajo la piel del nacimiento.
secretando un jugo delicado
color rojo subido.
Quedó mi piel así,
amniótica y juvenil
ocultarla al sol por su inocencia.
Exfoliada, como un árbol
sin corteza y casi sin ramaje
(me podé casi al ras)
Puse talcos que cicatrizaran
ahogando los gritos
con trapos furacínicos.

Sólo entonces, pensé en los alimentos:
busqué todas las dietas,
la dieta de los pájaros, sin tener su pico
masqué su mijo, su alpiste
sus piedras de maíz.
Fui también tibetana
-el cordero y el té-
(el té lo tomaba, el cordero me miraba)
Y tapaba mi cuerpo con géneros enormes.
Mi voz se fue afinando,
con colores de trino,
canté así melopeas,
endechas y vidalas.
Nada le decían a nadie que me oyera.

Entonces cambié mis recetas
hice pastas de cereal,
mastiqué el amaranto minucioso
la quinua delicada,
amasé la harina, lavada con el agua,
la herví, hice un rollizo
oscuro, nutritivo y puro.
Me echaron de la casa, enloquecí,
por entonces ya había ensayado
los confites de pollo y el chocolate de hígado.
Todos los trucos los truqué,
buscaba qué sé yo qué esencia
en pastillas de bacterias.
con la leche común, bien machacadas.
Hice jugo de almendras, de soja,
de maní, de habas y de arroz.
Hice queso con la leche de lentejas,
de garbanzos, de soja y de maní.
Mi cuerpo ya era por entonces
un elegante esqueleto de mujer
una línea de historieta con su proporción
en las dos dimensiones de la hoja.
Algunos que poco me querían
auguraban males terminales
pero yo casi conforme
excusaba el trabajo
la edad y los achaques
todo en cruz.
Mi rostro se afinaba, la nariz se convirtió
en un filo de navaja,
y la punta redondita de insolencia infantil,
se desvaneció por siempre.
Las muelas apretadas de mascar los granos
se agarraron,
ya no podía silbar.
Figurín delgado, triste opaco,
percha de la moda,
corazón sin grasa.
Ya no sé quién soy, nadie me conoce…

No se muere de amor, pero es por poco.

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Biobibliografía

Genoveva Arcaute.
Nació en 1953 en La Plata. Es Profesora de Lengua y Literatura y Profesora de la Red Nacional de Formación Docente en la Facultad de Humanidades, de La Plata.
Colaboró en la revista “Humor".
Es coautora de la pieza teatral “De Dulce de leche y de chocolate” en cartel desde 1983 hasta 1992 en La Plata y Capital.
Ganadora del festival de teatro Independiente año 1988.